El Lakers-Celtics que pudimos presenciar la pasada madrugada, no tuvo nada que ver con los clásicos de antaño, partidos disputados, jugados al limite, donde la rivalidad entre estos dos equipos históricos brillaba con todo su esplendor.
Lakers llegaba con un balance de 6-1 en los últimos 7 partidos, pero arrastrando muchas dudas debido a los problemas que llevan arrastrando desde comienzos de la temporada y ahora acentuados con la lesión de Pau Gasol.
Celtics por su parte llegaban con la ausencia de su base Rajon Rondo, que se perderá lo que queda de temporada.
Desde el principio se vio que los de Boston estaban mucho mas metidos en el partido a pesar de que Kevin Garnett tuviera que sentarse de forma prematura cargado con 2 faltas, aprovechando la debilidad de la defensa de Lakers en el pick and roll, con un Paul Pierce muy acertado, por su parte los angelinos eran una caricatura de equipo, un Howard inexistente y por momentos rozando el ridículo, propicio que Kobe Bryant tuviera que luchar solo ante el peligro e intentar levantar el partido, pero contra unos Celtics, que a pesar de ser veteranos, han hecho desde la lesión de Rondo, de la defensa su mayor argumento, no había nada que hacer.
Al final del tercer cuarto, la situación era dolorosa para Lakers, perdiendo de 26 y encajando 37 puntos en un cuarto. Finalmente se detuvo la sangría y el resultado final quedo en 116-95 para Boston.
Pero lo peor de todo esto no es el resultado en si, si no las sensaciones que tenemos después de lo de ayer, los Lakers están totalmente a la deriva, el equipo no sabe a lo que juega y eso con una plantilla de 80 millones de dólares es un sacrilegio. Esta claro que algo tiene que cambiar,reforzando el equipo o cambiando al cuerpo técnico, porque a pesar de no estar todo matematicamente perdido ( a 3 victorias de la octava posición de la conferencia Oeste que da acceso a playoffs), de seguir así pronto lo estará y estos Lakers se convertirán en uno de los mayores fiascos de los últimos tiempos.